Es habitual que, a la hora de pensar en nuestra alimentación, centremos la atención en los alimentos que consumimos y no tanto en cómo lo hacemos. Cuando nos proponemos “comer mejor”, intentamos desterrar determinados tipos de alimentos de nuestras cocinas y empezar a comprar otros que consideramos más saludables. Pero este ejercicio es mucho más complicado de llevar a cabo con éxito y, a largo plazo, si no somos capaces de entender y reflexionar sobre otros elementos importantes que también forman parte de nuestra alimentación e influyen en ella.

La alimentación como herramienta de gestión emocional

Algo en lo que no reparamos habitualmente es que la alimentación puede convertirse también en una herramienta de gestión emocional.  Es decir que, cuando sentimos aburrimiento, cansancio, incertidumbre, frustración… la comida puede servirnos para canalizar nuestras emociones. De este modo, buscamos en ella una recompensa o «premio», asociándola, la mayoría de las veces, con alimentos que son perjudiciales para nosotros. Entonces, comer puede llegar a convertirse en un acto automático, desconectado del hambre real; y que pone en juego la compresión emocional y la escucha de nuestros sentidos.

Nuestro ritmo de vida actual, que nos lleva a vivir con prisas y nos deja poco tiempo libre, puede contribuir a «caer» en esta trampa emocional. Al igual que otras circunstancias personales que estemos viviendo en un determinado momento. Un ejemplo reciente puede ser los cambios en los hábitos de alimentación que muchas personas han podido experimentar durante el confinamiento, al tener que hacer frente a una situación desconocida, con nuevas rutinas, largos periodos de tiempo muerto…

Beneficios de la alimentación consciente - plato de comida con alimentos saludables

Beneficios de la alimentación consciente

Ser capaces de alimentarnos mejor es un proceso de aprendizaje. Aunque hay elementos de nuestro modo de vida que son muy difíciles de cambiar, no es imposible romper las inercias. Acostumbrarnos a organizar las compras, a comprar en comercios de cercanía, a disfrutar de la cocina… implica unos primeros momentos en los que nos será difícil habituarnos a nuevas rutinas. Por ese motivo, es importante que conozcamos nuestras circunstancias y limitaciones y nos propongamos cambios que se ajusten a nuestra realidad.

¿Qué es la alimentación consciente? ¿Cómo practicarla?

En este sentido, recomendamos ejercitar una alimentación consciente. Nos referimos a ejercitar la observación y la reflexión a la hora de alimentarnos para que comer deje de ser un acto automático y podamos tomar decisiones al respecto. Para entrenar una alimentación consciente, te dejamos cuatro pequeños consejos:

  • Tomar consciencia sobre nuestros hábitos alimentarios y cómo nuestras emociones se relacionan con ellos. El primer paso para ello puede ser realizar un registro para observar cómo te sientes antes, durante y después de la comida. En definitiva, tomar conciencia de cómo te alimentas.
  • Reactivar nuestros sentidos de la vista, el olfato, el tacto… Se trata de parar la atención en la textura, en el aroma, la diversidad de colorido, en los recuerdos que nos evoca determinado alimento…. Son experiencias que no tienen por qué estar reservadas para los restaurantes de alta cocina.
  • Dedicar tiempo a planificar lo que vamos a comer y cocinarlo. A veces resulta complicado encontrar tiempo para planificar lo que vamos a preparar en los próximos días y acudir a la compra con una lista de lo que necesitamos. Resulta fácil entrar en la inercia de comprar y cocinar a última hora, lo cual suele propiciar que lo que comamos sean productos preparados o menos saludables. Si te preocupa tu salud o la de tus seres queridos, puede ser el impulso para querer comer mejor.
  • Asociar las comidas con un momento agradable. Es mucho más probable que nos apetezca más dedicar tiempo a cocinar si asociamos la hora de comer o cenar con un momento satisfactorio. Bien porque sea un momento de encuentro familiar que valoramos positivamente o porque sea un momento de descanso en el que disfrutamos de la comida. Si comer se convierte en un mero trámite, lo más probable es que lo hagamos más rápido y prestándole menos atención.

Sobre todo, aprovecha las oportunidades de tus circunstancias particulares. Piensa que, aunque hay elementos de nuestro modo de vida que nos dificultan comer bien, hay otros que pueden ser favorables.

Alimentación consciente: consejos para la alimentación de los niños

Un pequeño consejo para aquellos que estáis al cuidado de niños y niñas

Para facilitar que los más pequeños formen parte de esta alimentación consciente, puede ser interesante implicarlos, en función de la edad, en la elaboración de la lista de la compra, menú semanal e, incluso, preparación de los platos. Cuando fomentamos su participación, es probable que:

  • Despertemos su interés por los alimentos.
  • Exista más probabilidad de que coman alimentos preparados por ellos mismos (esta es una estrategia para fomentar que coman ciertos alimentos que suelen rechazar).
  • Potenciaremos y aprovecharemos su creatividad e ingenio.
  • Les enseñamos qué alimentos son adecuados para cada comida y momento del día.

No nos olvidemos que los niños y niñas son auténticos observadores de lo que hacemos y cómo lo hacemos; y que estas sencillas pautas de alimentación consciente funcionarán como un factor protector de la obesidad.